TESTIMONIO marzo 2023
- Natalia MG
- 10 mar 2023
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 20 mar 2023

Queridxs amigos y amigas,
Soy una mujer de sesenta y cinco años ( ya mismo, sesenta y seis), hace alrededor de cuarenta y cinco empecé a visitar a un auténtico y gran hombre de sabiduría de Imbabura, Tayta Marcos Guerrero, un anciano indígena de la comunidad de La Calera, cerca de Cotacachi. Tayta Marcos era un verdadero y gran sabio, filósofo, sacerdote y sanador, su relación mística, espiritual, poética, profética, afectiva y energética con la Mama Kotakachi era profunda y conmovedora. Era, ante todo, un ser de una enorme sutileza y una gran bondad, pero también le tuve que ver aplicar su energía sobrenatural a personas que mostraron irrespeto por los símbolos que él y la cultura Kichwa andina han considerado sagrados.
Una ceremonia, un ritual mágico con él y sus ayudantes SIEMPRE te dejaba bien, podía dejarte agotada, pero con paz en el alma y una sensación de purificación . En el entorno físico que se creaba, en una sencilla casa de barro y durante toda la noche, todo tenía un sentido simbólico, poético e histórico, muy propio y auténtico del mundo kichwa-andino. Años después, más o menos hace veintiseis años, asistí a las ceremonias que trajeron unos indígenas toltecas (Nuevo México), liderados por Aurelio Díaz Tepankali, quien venía con su esposa. La pareja, que además era de casi gigantes ( ambos eran de estatura muy alta y corpulentos) era impactante por su discurso místico. Ellos, en principio, proponían unificar las ritualidades de todo lo largo de América y crear lo que llamaban La Iglesia Nativa Americana.
Inicialmente, la propuesta de los indígenas extranjeros nos pareció una idea interesante y nos entusiasmó. Su relato era impactante y tenía aspectos profundos, pero, poco a poco, se empezó (como dicen los colombianos) a "pelar el cobre" : las cuotas que cobraban a los asistentes eran altísimas y se hacía cada vez más evidente su interés por el dinero. Muy pronto, tanto el "líder espiritual" como los ayudantes que venían con él, "arrasaron" con las participantes, mujeres de toda edad y condiciones, que sucumbían a los encantos de los toltekas. Pude ver los romances que se sucedieron, en los que los protagonistas eran dichos toltekas, con alguna y / o algunas de sus "devotas", aún en presencia de las esposas que habían venido con ellos y, sin importarles su dolor y su incomodidad.
En un momento dado, se introdujo a esta dinámica Hilario Ch. , un personaje que se presentó como un shamán amazónico, que, entre otras cosas, mostraba un nido perfumado con una fragancia que, según él, era destilada de una flor exótica de la Amazonía. Unos muy queridos amigos míos, hipnotizados bajo su influjo, lo invitaron a su hogar. Aprovechando una ocasión en que mis amigos estaban sumergidos en su trabajo, este sujeto abusó de su pequeña hija de cinco años.
Un día nos llegó la noticia de que la esposa con la que Aurelio Díaz Tepankali llegó por primera vez ante nosotros, esa bella, joven y enorme mujer, había muerto durante una de las ceremonias. Yo me alejé radicalmente de ese entorno, sobre todo porque ya había tenido la oportunidad de conocer lo que era una auténtica ceremonia mágico - religiosa en los Andes, sus signos y símbolos, su estructura, su tiempo, su espacio, la actitud y preparación de sus oficiantes y muchos otros aspectos y componentes y sus conclusiones y resultados finales. Debo decir, además que, en el caso de Tayta Marcos, nunca proponía a los participantes la ingestión de bebidas con plantas sagradas. En mi caso, esa experiencia previa me permitió tener los elementos necesarios para establecer contrastes y criterios comparativos.
Mucha gente se enganchó con ellos y a amigos muy cercanos he visto vivir profundas crisis, de las que algunos no han salido y el desenlace ha sido la locura y la muerte.
Mucha gente de esa primera generación de participantes y muchas posteriores generaciones, básicamente por desconocimiento de lo que es una auténtica ceremonia, un ritual mágico, tanto público como privado (porque hay muchos) de nuestro Mundo Andino, de nuestra Serranía Ecuatoriana, han copiado a pie juntillas las formas externas de estos rituales importados e impostados. Mucha gente se entusiasma desmedidamente ante la idea de ingerir plantas sagradas, como si esa fuera la única vía de alcanzar una visión trascendente.
Muchas personas, " más papistas que el papa" han copiado hasta las formas de expresarse: que "el fueguito sagrado , la abuelita piedra" ,etc., creyendo, ingenua e ignorantemente, que estas expresiones y conceptos nos pertenecen ancestralmente. Es más, hasta sucede que muchos "shamanes y yachaks" de nuestro entorno actual e, incluso muchos y muchas indígenas de las generaciones actuales, desconocedores de nuestra ritualidad ancestral e incapaces de buscarla en los reductos en donde se la practica, se la honra y se la protege, encuentran más cómodo y directo hablarnos de temascales (los temascales no se practicaban en el mundo kichwa-andino) de "fueguito sagrado, abuelita Luna y abuelitas piedras" (además, porque suena muy "ancestral" y "arcaico").
Que hablen de ellos, al fin y al cabo, debe aplicarse el derecho a la libertad de expresión, pero que, por un principio ético, aclaren que no son conceptos, símbolos ni principios ancestrales locales, nuestros, ya que cada elemento material, cada componente y aspecto en el entorno del ritual sagrado, tiene un profundo sentido simbólico, espiritual, religioso, histórico, antropológico, etc. y es parte de un sistema cultural que, si bien, siempre es dinámico, no debe alterarse desde afuera, en forma irrespetuosa, con especulaciones y engaños. Conozco también a quienes, en "el arte y la técnica" de seguir el esquema traído por los toltecas han desarrollado, hasta ahora, una buena forma de seguir con el negocio.
Seguramente todo esto responde a la necesidad de ritualidad que siempre ha tenido y sigue teniendo el ser humano, pero, como decía mi abuelita: LA IGNORANCIA ES ATREVIDA.
¡Por favor, abramos bien los ojos, paremos las antenitas, si nos interesa el tema, investiguemos, busquemos, pero, sobre todo, NO NOS DEJEMOS METER GATO POR LIEBRE!
SE TENÍA QUE DECIR Y SE DIJO.
Flor Garduño, Colombia.
Foto: Tayta Marcos, Cotacachi, Ecuador, del Archivo Testigos del Tiempo.
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